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El silencio, necesario para el cerebro

Publicado el 02/05/2019

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El silencio es necesario para el cerebro casi tanto como lo es el agua para las plantas, pero las ventajas de practicarlo son desconocidas por muchos. Tan solo cinco minutos al día de silencio pueden ser muy beneficiosos para la salud, siendo éste un momento propicio para la introspección y la atención a uno mismo.


La contaminación auditiva es cada vez más habitual en el mundo en el que vivimos, conectado y lleno de estímulos.  Es muy común levantarse por la mañana y empezar el día con la radio de fondo, poner música de camino a trabajar, escuchar el ruido constante de los teléfonos y otros aparatos en la oficina, oír hablar a los compañeros con -por qué no- alguna emisora musical de fondo, salir del trabajo y poner un pod-cast, llegar a casa, encender la tele y acabar el día viendo una serie. Y a todo esto podemos sumarle, por ejemplo, el ruido del tráfico en el caso de aquellas personas que viven en grandes ciudades.


En este contexto, ha llegado un momento en el que permanecer en silencio es prácticamente un lujo, y paradójicamente, cuando lo alcanzamos, si no estamos acostumbrados a él, puede incomodarnos e incluso generarnos cierto “temor” (al tener que enfrentarnos a la quietud). Y es que para algunas personas la ausencia de sonido es prácticamente inquietante. Por ello, tendemos a llenar nuestros espacios de silencio con diferentes medios, de modo que siempre tengamos algo a escuchar.


Aunque pueda parecernos que con él salimos de nuestra zona de confort, el silencio es una poderosa herramienta que tenemos a nuestro alcance y que, si se trabaja, puede aportar grandes beneficios a nuestra salud. En este mundo sobreestimulado y excitado, el silencio nos sirve para desconectar del exterior, recolectar con nosotros mismos y parar un momento para observar qué sucede a nuestro alrededor. El silencio nos permite centrarnos en lo importante.

Detrás de todos los ruidos y sonidos se halla el silencio, nuestra esencia

Cuando hablamos de silencio, no nos referimos a estar simplemente callados. Estar en silencio equivale a buscar un momento para centrarnos en el presente, tomar conciencia y no detenernos en ningún pensamiento. Debemos acompasarnos con la respiración, redirigir nuestros pensamientos y dejar de juzgar o analizar por unos instantes. Cuando conseguimos acompasar la respiración y dejar pasar las olas de pensamientos, podemos entrar en un estado de armonía, relajación y equilibrio.


Igual que todo lo desconocido, empezar a practicar el silencio consciente puede parecernos muy complicado, pero hay muchos motivos por lo que es interesante en nuestro día a día:

  • Es un momento para escucharnos y pasar tiempo con nosotros mismos.
  • Nos obliga a pararnos, a frenar, o observar y a escuchar. Nos permite, también, estar atentos a la vida y tomar conciencia de cada acto que realizamos.
  • Al revisar y estar atentos a nuestro cuerpo y a nuestras emociones, nos ayuda a ser capaces de cuidarnos mejor.
  • Nos permite descubrir los beneficios de la lentitud, de la pausa.
  • Nos da más ánimo, energía y motivación.

Poner en práctica el silencio es mucho más fácil de lo que imaginamos

A menudo pensamos que para practicar el silencio debemos alejarnos a un lugar aislado o irnos de retiro espiritual. Sin embargo, para practicar el silencio no es necesario más que un lugar tranquilo, estar cómodos y sin interrupciones, y colocarnos evitando cualquier rigidez en el cuerpo. Si hay demasiado ruido ambiental, unos tapones nos ayudarán a aislar los sonidos.


A medida que se adquiere más práctica, el silencio se puede combinar con otras actividades del día a día, como por ejemplo salir a correr o pasear, o practicarlo en el coche de camino al trabajo, unos 15 minutos antes de dormir, al preparar la cena… Si prestamos atención a nuestra vida y priorizamos un poco, siempre podemos encontrar algún momento para él. A continuación vemos algunos consejos que os pueden ser de ayuda en estos casos:

  • El silencio se puede practicar desde dos minutos hasta dos horas, veinticuatro o más. Para empezar, lo recomendable es intentar establecer una rutina de 5 a 10 minutos diarios y, poco a poco, or aumentando los tiempos. Si conseguimos hacerlo siempre a la misma hora, entrenaremos el cerebro y, por tanto, cada vez nos será más fácil su practica. Programar una alarma con sonido muy suave para finalizar este momento nos ayudará a olvidarnos de estar pendientes del tiempo.
  • Las primeras veces practicar el silencio nos puede resultar especialmente difícil: puede que nos ataquen miles de pensamientos, ya que la mente hará todo lo posible para mantenerse ocupada. No debemos aferrarnos a ningún pensamiento, sino dejarlos pasar sin frustrarnos o rendirnos. Concentrarnos exclusivamente en la respiración, en el aquí y el ahora, es un paso fundamental. Recordemos que el silencio no consiste en no pensar en nada, sino en escucharnos a nosotros mismos. Y, sobre todo, debemos evitar repetirnos “no voy a hablar”, simplemente procuraremos mantenernos tranquilos.
  • Otro consejo consiste en empezar el ejercicio del silencio dibujando en nuestro rostro una sonrisa. La sonrisa ayuda a apartar los pensamientos negativos y a tener una actitud más positiva.
  • Para la concentración, nos podemos ayudar mirando fijamente a un punto fijo o la luz de una vela, por ejemplo, o simplemente podemos mantener los ojos cerrados.

Si las primeras veces no lo conseguimos, debemos persistir, y pensar que, al menos, habremos sido capaces de parar y estar desconectados durante unos minutos, lo cual es un gran valor para nuestro bienestar.

Los beneficios del silencio

Al practicar el silencio contrarrestamos los efectos del ruido excesivo, desconectamos de los estímulos durante un tiempo y nos centramos en nosotros. Principalmente, todo ello se traduce en cuatro beneficios principales:


1. Alcanzar un estado de armonía y relajación reduce el estrés.

Aunque lo tenemos integrado, el ruido causa tensión en nuestro cuerpo, ya que éste reacciona poniéndose en alerta y agudizando la atención. Un exceso de ruido puede causar estrés, que libera cortisol, una hormona neurotransmisora que ayuda a responder ante situaciones de tensión, pero cuyo exceso puede debilitar nuestro sistema inmunitario.


Por otra parte, cuando conseguimos relajarnos, liberamos endocrinas, una sustancia ligada al placer y la felicidad, que a su vez refuerza el sistema inmunitario, reduce el estrés y aumenta nuestro bienestar.


2. El silencio potencia un buen funcionamiento cognitivo.

Practicar el silencio influye en el aprendizaje, mejora la atención y aumenta la motivación. Desconectar activa zonas del cerebro vinculadas a las ideas. Además, estar en silencio permite al cerebro asimilar y ordenar las informaciones recibidas a lo largo del día, lo que permite dar sentido a la información. Este proceso facilita que surjan soluciones a problemas que veíamos irresolubles o permite estimular nuevas ideas que habían quedado escondidas, lo cual influye en la motivación. También afecta a las emociones, pues al estar más relajados, dominamos la paciencia, lo vemos todo con más objetividad y vivimos algunas situaciones con mayor perspectiva.

3. Nos permite retomar la actividad con más energía

Trabajando el silencio durante unos minutos al día de forma consciente, desconectamos, con lo que después podemos retomar la actividad con más energía. Además, un cerebro descansado mantiene sus capacidades durante más tiempo, y una práctica prolongada influye en la creación de conexiones neuronales, lo cual también afecta a la memoria. Por si fuera poco, el silencio tiene un alto poder sedante que nos revitaliza.

4. Nos ayuda a estar más atentos

Finalmente, cuando aprendemos a observar y escuchar el presente, abrimos los ojos ante lo que sucede alrededor, vemos que todo nos está comunicando algo y empezamos a dar importancia a lo que realmente merece la pena. Incluso al silencio.

Fuente: Revista Noticias de Salud (nº 49 - 2018)

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