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Probióticos, unas bacterias muy beneficiosas

Publicado el 25/03/2013

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Nuestro estiló de vida y los cambios industriales en la elaboración y preparación de productos alimentarios han provocado un retroceso en algunos aspectos de nuestro organismo. Así, muchas enfermedades actuales tienen su origen en estos malos hábitos: escasa ingesta de fibra alimenticia, consumo excesivo de alimentos ricos en grasas saturadas e hidratos de carbono blancos, exceso de sodio, estrés, disminución de la actividad física, etc.

 

Éstas y otra gran cantidad de patologías vienen apoyadas por un cambio en uno de nuestros sistemas de defensa más importante: la flora bacteriana de nuestro intestino. Nuestra flora intestinal actúa no sólo como barrerá protectora frente a diversos ataques, sino que facilita también una correcta absorción de nutrientes y evita la aparición de estados carenciales. Una gran parte de nuestra red de defensas rodea a nuestro sistema digestivo, evitando que los microorganismos puedan asentarse y provocar distintas enfermedades.

 

El número de bacterias beneficiosas que habitan nuestro intestino puede disminuir por diversas causas, bien sea por una enfermedad o por falta de “alimento”; de esta forma, es importante no solo reportarles los nutrientes necesarios, sino también impedir que descienda su número; y para ello se utilizan los prebióticos, el alimento de estas bacterias, que produce un efecto beneficioso al estimular el crecimiento y la actividad metabólica de las bacterias beneficiosas de nuestro organismo. Entre los más conocidos destacan la inulina y los fructooligosacaridos (FOS).

 

Los probióticos cuando se ingieren en cantidades adecuadas, evitan que decrezca el número de bacterias beneficiosas en nuestro intestino y aumente el número de bacterias dañinas para nuestra salud.

 

El uso de probióticos y prebióticos presenta gran cantidad de beneficios para nuestro organismo. Por ejemplo, evitan la intolerancia a la lactosa, sirven de gran apoyo en el tratamiento de distintas diarreas y actúan como protectores anti-infecciosos. Además, evitan la colonización por bacterias dañinas, estimulan las glándulas linfáticas, facilitan la disminución de los niveles de colesterol en sangre, disminuyen el riesgo de padecer osteoporosis, diabetes tipo II y cáncer de colon, y evitan elevados niveles de obesidad y sobrepeso.

 

Los probióticos resultan de gran importancia para nuestro organismo; sin ir más lejos, desde recién nacidos tomamos a través de la leche materna probióticos como el Lactobacillus reuteri, gran protector de la mucosa digestiva del bebé.

 

Los probióticos más conocidos hoy son de dos tipos básicos: lactobacilos y bifidobacterias. Los más conocidos entre los lactobacilos son: L. acidophilus, L. casei, L. rhamnosus, L. reuteri y L. bulgari. Y entre las bifidobacterias más comunes encontramos las siguientes: B. bifidum, B. animalis, B. infantis y B. longum.

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