Remedios naturales contra el estrés

Publicado el 27/07/2014

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La palabra estrés proviene del vocablo inglés "stress", que significa tensión. Es un término que se utiliza en física y que hace referencia a la presión que ejerce un cuerpo sobre otro. El cuerpo que más presión recibe puede llegar a romperse.

 

Los primero estudios publicados sobre el estrés se deben al fisiólogo austro-húngaro Hans Selye en los años 50 y en base a ellos, ahora podemos hablar de estrés como una reacción fisiológica defensiva del organismo cuando este percibe una situación de agresión. Es una respuesta natural hacia uno o varios estímulos que pueden desencadenar mecanismos de lucha, de huída o de adaptación del organismo con el fin de prepararlo para la acción. Si no se compensa esta sobreactivación del organismo y se cronifica, se desencadenan reacciones físicas o psicológicas.

 

Etapas del estrés.

La respuesta del estrés es muy compleja. Conlleva una activación del sistema nervioso simpático, para poder estar alerta, lo que hace que se incremente la capacidad cognitica; el cerebro está más dinámico, puede darse euforia, analgesia, porque liberamos endorfinas, y también depresión, por una caída en los niveles de serotonina. La activación del sistema simpático puede ocasionar un aumento de la frecuencia cardíaca, de la presión arterial y de la frecuencia respiratoria. Además, habrá una inhibición de las funciones vegetativas que afectará a la alimentación, deseo sexual, al patrón del sueño y al sistema inmunitario, entre otros.

 

Selye describió tres etapas. Una primera etapa, o de alarma, cuando el cuerpo detecta el estímulo externo de agresión. La segunda etapa, o de adaptación, se refiere a la situación en la que el cuerpo toma medidas defensivas. El tercer estadio es una fase de agotamiento, en la que se consumen las defensas del organismo.

 

Se habla de estresores o factores estresantes en referencia a las situaciones que desencadenan estrés, y son cualquier estímulo externo o interno que facilite el desequilibrio del organismo. Los principales estresores son las situaciones que obligan a un procesado rápido de información, estímulos ambientales perniciosos, percepción de amenaza, alteraciones fisiológicas (enfermedades, drogas...), situaciones de aislamiento, bloqueos en nuestros intereses, frustración, presión grupal y también las relaciones sociales dificultosas.

 

Eustrés y distres.

Hay que entender también que cierto grado de estrés, un estrés de baja intensidad, ayuda al buen funcionamiento del organismo, ya que mantiene los órganos y sistemas de nuestro cuerpo en forma para ofrecer una respuesta ante cualquier agresión, y mantiene activos los mecanismos de supervivencia, incluso a nivel celular. A este estrés beneficioso se le conoce con el término de eustrés.

 

Pero cuando el estrés es de intensidad medio o alta, hablamos de distrés, y conlleva una incapacidad de ofrecer una respuesta adaptativa adecuada del organismo. La consecuencia va a ser la aparición de alteraciones psico-físicas.

 

Cefaleas, trastornos del sueño, trastornos afectivos, pérdidas de memoria, rinitis, síntomas alérgicos, trastornos digestivos y cardiovasculares, cistitis o fluctuaciones de peso son solo un ejemplo de las manifestaciones del distrés, que no hacen ver la importancia del influjo de las emociones sobre la salud.

 

Abordaje desde el naturismo.

No es necesario estar padeciendo un carromato de síntomas relacionados con el estrés para tomar una actitud que ayude a nuestro organismo a superar estas situaciones. En realidad, se deberían incorporar al estilo de vida medidas "higiénicas" que nos ayuden a combatir el distrés.

 

Acoplar a nuestros hábitos diarios un momento de relajación con diez minutos diarios de yoga o de ejercicios de control corporal puede ser un buen comienzo. Incorporar una alimentación equilibrada con frutas, verduras y arroz integral. Si se toman carnes, que sean bajas en grasa. Evitar o controlar la entrada de alimentos ricos en grasas y dulces (embutidos, bollería industrial...); también la de bebidas estimulantes. Finalmente, dormir el tiempo suficiente para tener un descanso reparador puede ser el punto de partida para no sufrir consecuencias del estrés.

 

Como siempre, la naturaleza es un cofre lleno de plantas que pueden ayudarnos a procurar bienestar a nuestro organismo dañado; solo hay que saber elegirlas adecuadamente, y usarlas de manera racional.

 

Aquí, podemos recurrir a dos grandes grupos de plantas:

 

  • Plantas que trabajan sobre la ansiedad y ayudan a que el organismo esté relajado y que se pueda dormir mejor.
  • Plantas que mejoran el redimiento del organismo.

 

Plantas para el control de la ansiedad.

Muchas de las plantas con utilidad en el manejo de la ansiedad pertenecen a la cultura popular. En nuestro medio es relativamente habitual la toma de una infusión de tila, "para calmar los nervios". Las sumidades de la avena (Avena sativa) tienen acción sedante y se usan en ansiedad e insomnio. La raíz de valeriana, las sumidades floridas y hojas del espino blanco, la melisa, lavanda, lúpulo, manzanilla romana o amapola son muy reconocidas y utilizadas, solas o mezcladas, para aliviar las situaciones de ansiedad cuando decimos que "estamos estresados".

 

Pero también vamos conociendo plantas que vienen de otros países que son eficaces para el control del estrés y de la ansiedad. Entre ellas, podríamos destacar la amapola de California (Eschscholtzia californica), cuyas sumidades aéreas contienen alcaloides que hacen de ella un buen sedante, hipnótico suave, sedante cardíaco y espasmolítico, útil en trastornos de sueño, taquicardias, ansiedad, jaquecas e hipertensión arterial de origen nervioso. Por su parte, el rizoma del kava (Piper methysticum), una planta de origen polinesio, contiene kavapironas, que le confieren una acción tranquilizante, hipnótica, relajante muscular, espasmolítica y anestésica total; se emplea, entre otros fines, en ansiedad e insomnio.

 

También se emplean en el tratamiento del estrés plantas que aumentan los niveles de serotonina en el cerebro; una de las más usadas es el hipérico o hierba de San Juan (Hypericum perforatum). Contiene hipericina, que produce un efecto antidepresivo al inhibir la acción de la monoaminooxidasa, la enzima que cataboliza la serotonina. Asimismo, contiene hiperforina, con acción tranquilizante.

 

Plantas adaptógenas.

Si una manera de combatir los efectos del estrés es mediante el empleo de técnicas de relajación o el uso de plantas con activos sedantes y que favorecen el sueño, otra forma es mejorar el rendimiento del organismo para que este sea capaz de ofrecer una respuesta adaptativa adecuada antes las agresiones.

 

Las plantas adaptógenas ayudan al cuerpo humano a adaptarse a condiciones de estrés externas e internas, y consiguen que el organismo pueda resistir a situaciones que, en condiciones normales, tendrían consecuencias negativas. El término adaptógeno fue ideado por el científico ruso que las descubrió, Nicolai Lazarev.

 

Lo que hacen los adaptógenos es equilibrar el organismo. Así, en personas con presión arterial elevada la disminuyen, mientras que el mismo adaptógeno elevaría la presión arterial en una persona con hipotensión. Aumentan el rendimiento físico y mental, y aportan la respuesta adecuada para combatir el estrés, incluso a nivel celular.

 

La rodiola (Rhodiola rosea) es una planta originaria de las regiones frías del planeta. En Rusia, donde también se la conoce como raíz del Ártico o raíz de oro, se ha investigado de forma extensa sobre sus cualidades. Se ha usado en la medicina tradicional para resistir el frío del invierno y como tónico general. Entra planta mejora el rendimiento físico y mental, así como la respuesta inmunitaria. Tambien tiene una función reguladora del sueño, y se ha empleado en medicina deportiva con los atletas rusos.

 

La raíz de ginseng (Panax ginseng) contiene activos que le confieren una capacidad adaptógena, con un efecto tónico a nivel general, antiestresante, estimulante del sistema nervioso central, y provoca un incremento de la resistencia ante las enfermedades. Otra planta adaptógena es el eleuterococo (Eleuterococcus senticosus) o ginseng siberiano que, además, también tiene acción antidepresiva y promueve el equilibrio del sistema hormonal.

 

No solo plantas.

En relación con el bienestar y la tranquilidad que se observa en los bebés después de tomar la leche materna o el biberón, se descubrió un péptido en la leche materna con acción relajante. La administración diaria de 150 mg de este péptico (Lactium®) ha mostrado ser eficaz en situaciones relacionadas con el estrés.

 

Los masajes con aceites esenciales relajantes (cardamomo, lavanda...), reflexoterapia, drenaje linfático, ejercicio físico, musicoterapia u homeopatía forman parte del arsenal de las terapias contra el estrés, un mal del siglo XXII que puede abordarse con remedios naturales.

 

Dr. José Julio Roble (Licenciado en Medicina y Farmacia).

Fuente: Revista Vanguardia en Terapias Naturales nº 46

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